La avena ha sido hasta hace poco uno de los cereales menos utilizados y "despreciado", utilizándose prácticamente, solo como alimento de los animales, todo lo contrario de hoy en día que en países como Estados Unidos es junto con el maíz el más consumido.
Son múltiples las propiedades beneficiosas para nuestro organismo que nos aporta: es un potente antioxidante que además de reducir el colesterol, previene la aparición y desarrollo de la arterioesclerosis, disminuye la presión arterial, mejora el sistema inmunológico, regula el nivel de azúcar en sangre, previene el cáncer de colon y de mama, protege contra enfermedades cardiacas y pulmonares... y así un sinfín de ellas.
Las que en este caso nos interesan son las que son beneficiosas para nuestra piel que también son múltiples. Contiene gran cantidad de vitaminas y minerales, que son antioxidantes naturales. Ayuda a aliviar los picores en enfermedades como la psoriasis, sarna, dermatitis e incluso varicela.
Es un exfoliante suave que ayuda a rejuvenecer y renovar nuestra piel en uso de mascarillas.
En este caso he querido darle uso para el baño de un bebé. La avena tiene propiedades sedantes al igual que la tila, la lavanda y la manzanilla que inducen al sueño tras el baño y el masaje.
Ayuda a aliviar irritaciones y dermatitis y aporta suavidad a la piel, a lo que contribuye también la caléndula. Al ser exfoliante, aunque no esté en contacto directo con la piel del bebé ayuda a limpiar de manera suave y natural su piel.
Huele de maravilla a manzanilla, lavanda y tila. Un olor que me encanta y me recuerda a mi niñez.
Es triste ver como en los últimos años cada vez es más elevado el número de bebés y niños con problemas en la piel. Creo que a ello a contribuido el excesivo uso de productos no naturales y de origen mineral: champús, geles, aceites, detergentes, suavizantes... en mi modesta opinión todo ello en su conjunto no ayuda en absoluto a nuestra piel y menos aún a la de los peques. Ya en otra entrada sobre el baño de los bebés, hablo sobre este tema, que la verdad me parece bastante importante. Cuento la anécdota que me ocurrió estando embarazada: utilizaba aceite corporal comercial y deje de usarla porque no soportaba el olor a petróleo que ni el agradable perfume que tenia podía esconder. Desde entonces no he podido con ello.
Así que reivindico los productos naturales.... la simple pero completa avena.
Su uso es muy fácil, echar unas cucharaditas en el saco de tela y colocar bajo el grifo al llenar la bañera o introducirlo dentro del agua del baño. El agua tendrá un aspecto lechoso, prueba de que la avena se va disolviendo. Y feliz baño... a disfrutar...el masaje será después.
Ingredientes: avena coloidal, fécula de maíz, polvo de lavanda, caléndula, manzanilla y tila.
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