El nombre de tezpecohuite proviene de la palabra tezcouahuitl, lengua náhuatl, que significa "árbol del cerro que sangra". Para los mayas no tenía secretos y utilizaban el polvo de su corteza sobre las heridas y quemaduras, calmando el dolor y acelerando su curación, evitando incluso la aparición de cicatrices. Por sus propiedades regeneradoras de la piel para los mayas se trataba de un árbol sagrado. A través de las tradiciones populares su conocimiento no se perdió y ha llegado hasta nosostros.
Sus propiedades son múltiples:
- Potente cicatrizante, se utiliza para sanar quemaduras poco profundas, en quemaduras más graves se ha observado una aceleración de la regeneración de la epidermis y cese del dolor, activando la micro-circulación.
- Antioxidante.
- Analgésico.
- Ayuda a mantener los poros cerrados.
- Antiinflamatorio de la piel.
- Antiséptico.
- Antimicótico, combate los hongos.
- Regenerativo celular
- Rejuvenecedor.
- Antibiótico.
En este caso lo he utilizado en una crema de noche, así aprovechamos todas sus propiedades mientras la piel "descansa" y se regenera. Además de las propiedades anteriores ayuda a eliminar manchas, suaviza la piel, en caso de pieles irritadas las calma y junto con los demás ingredientes ayuda a mantener la piel nutrida e hidratada.
He utilizado aceite de rosa mosqueta, otro poderoso regenerante, aceite de coco fraccionado, que ayuda a la penetración en la piel y aceite de macadamia, también muy penetrante y entre otras propiedades estimula la microcirculación local, es emoliente nutritiva y anti-deshidratación.
Con infusión de caléndula, ácido hialurónico, colágeno, extracto hidroglicerinado de tezpecohuite, vitamina E y aceites esenciales de lavanda, incienso y palorosa.
Vamos que después de una larga jornada, lavarse la carita con un estupendo jabón natural, darse la crema y a descansar te repone las pilas y te levantas con otra cara... aunque sea la misma pero más suave, hidratada... Una maravilla ¡Que voy a decir yo!
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