Esta es una de esas cremas que formulas a salto de mata en un papelito en un momento en que las musas andan a bien contigo y los duendes potingueros no te la juegan. Así que el papelito se traspapelo y hasta que he dado con él no me acordaba de la fórmula. Ahora ya está a buen recaudo y he aquí la prueba.
Es la que he estado usando desde hace un tiempo y la verdad es que me ha durado porque estoy muy vaga y la uso más que nada como crema de manos que me va genial porque no engrasa y la piel la absorbe con facilidad, incluso he rellenado un botecito para llevarla en el bolso.
Es muy sencilla con ingredientes que suelo utilizar a menudo.
En la fase oleosa aceite de nuez y un oleato de oliva y caléndula, para mi un tesoro para la piel, la combinación perfecta el oro líquido y la flor maravilla.
En la fase acuosa repito con una infusión de caléndula y agua de rosas.
Los extras lo aportan la urea que ayuda a mantener la hidratación de la piel y suavizarla por sus propiedades queratolíticas y un extracto de rosas que aporta los beneficios de esta flor: hidrata, reduce la inflamación y suaviza.
La sutil fragancia la aporta una combinación de aceite esencial de lavanda, fragonia y coriandro.
La textura la quería ligera, de una leche corporal, así que combine la cera nº 3 y alcohol cetílico y me gusta mucho el resultado. Se absorbe muy bien y deja la piel suave e hidratada. Como ya he dicho la uso mucho como crema de manos y sus cualidades duran mucho, no es la típica que al rato tienes las manos resecas otra vez. Así que estoy contenta con el resultado.