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miércoles, 1 de octubre de 2014

Labores Violeta

Esta entrada esta dedicada a Violeta, una entusiasta de las manualidades y la creatividad. Le pasa lo que a mí: nos va más deprisa la cabeza donde nos bullen las ideas que las manos...jejejeeje. 
Con Violeta comienzas como clienta y acabas de amiga.
Hoy inauguró nuevo local de su tienda de telas y lanas. Así que felicidades Violeta y Coral, que no me olvido de ti. Os deseo mucha suerte y que todo os vaya bien, que seguro que si, porque sois buena gente y os entusiasma lo que hacéis.
Os pongo una muestra de las fotos que hice:
El escaparate.





Aún les queda muchas cosas por colocar, pero les ha quedado preciosa y espaciosa.... Violeta tiene este fin de semana Mercado Medieval que aprovecho para promocionar, pinta buen tiempo en León y seguro que esta hasta los topes, así que los estáis cerca de León no os lo perdáis, las fiestas de San Froilán son la mejor disculpa para visitar esta hermosa ciudad.




Un precioso armario reciclado por Violeta que le queda precioso, la foto no le hace justicia. 



Charlando con clientas y amigas...





Un detalle de los tesoros de la tienda. Con todo este espacio ahora disfrutamos de las maravillas que tenéis. Una se pone mala viendo tanta tela bonita y se las quiere llevar todas.  



Y para celebrarlo un pequeño detalle para que los disfruten...



Y que ellas no dudaron en mostrar



Os deseo lo mejor... y tener tiempo para poder compartir con vosotras proyectos.


miércoles, 19 de junio de 2013

Espejo espejito.....

He tenido un poco abandonado el blog. He estado bastante liada y no hay tiempo para todo. Hoy quiero enseñaros un marco que hice hace unos cuantos años y me dio bastante trabajo... Recuerdo a mi abuela que cuando me veía pintando un día tras otros me decía "hija mía, cuanto trabajo te esta dando". Y si me lo dio, pero mereció la pena. Iba para la casa del pueblo, pero acepte el consejo de mi prima Mari y se ha quedado en casita.
Las pinturas son una réplica del calendario agrícola de las pinturas del Panteón Real de la Colegiata de San Isidoro de León. Una joya de tantas que tenemos en León y que no es muy conocida. Si alguien quiere puede visitar esta página: http://www.sanisidorodeleon.net/, es la página de la Colegiata. Y si visitáis León, que lo aconsejo, visita obligada.
El calendario es del siglo XII, está pintado en el intradós de un arco, y es la obra más conocida del Panteón. El autor retrata la vida de los lugareños a través de las distintas faenas que se hacían en cada mes.
En Noviembre (Novenber), la matanza del cerdo, que se sigue haciendo hoy en día, aunque cada vez menos.
En Septiembre (Setenber) la vendimia.


Marzo (Marcis) la poda de las vides y en Abril (Apriilis) plantando árboles. Y así a lo largo de los 12 meses del año.
Lo pinté sobre un tablero y en las esquinas un árbol simboliza las cuatro estaciones.
El marco está dorado con pan de oro, que si las pinturas dan trabajo, el pan de oro ni os cuento....
Estoy bastante contenta con el resultado. En una ocasión alguien que lo vio me dijo que si le pintaba uno... que me pagaba. Ni por esas, puedo disfrutar y sufrir mucho con lo que hago, pero no me gusta repetir, prefiero innovar y meterme en proyectos nuevos... sino sería rutina y obligación. Para eso ya tenemos el trabajo...

jueves, 2 de mayo de 2013

Plancha antigua decorada

Un poco de historia

Las ropas libres de arrugas han sido un símbolo de refinamiento, pulcritud y categoría social durante 2.400 años como mínimo, si bien nunca fue fácil conseguir el efecto deseado. Todas las planchas primitivas empleaban la presión. Sólo algunas utilizaban el calor para eliminar arrugas o formar pliegues en las prendas recién lavadas.

En el siglo IV a.C., los griegos usaban una barra de hierro cilíndrica calentada, similar a un rodillo de amasar, que se pasaba sobre las ropas de lino para marcar los pliegues. Dos siglos más tarde, los romanos ya planchaban y plisaban con un mazo plano, metálico, que literalmente martilleaba las arrugas. Con estos dispositivos, el planchado era algo más que una tarea prolongada y tediosa. Era un trabajo de esclavos que hacían los esclavos.

En algunas estampas chinas del siglo IV también se ven algunos artefactos en forma de plancha.

Incluso los belicosos vikingos del siglo X apreciaban las prendas exentas de arrugas, a menudo plisadas. Empleaban una pieza de hierro en forma de hongo invertido, que movían adelante y atrás sobre la tela húmeda. Los historiadores de la moda aseguran que la dificultad de formar los pliegues servía para establecer la distinción entre las clases altas y bajas en materia de indumentaria. Los campesinos no tenían tiempo para planchar con tanto esmero, y los pliegues eran un signo externo de que se contaba con esclavos o sirvientes.

Hacia el siglo XV, las familias europeas acomodadas utilizaban la plancha llamada “caja caliente” provista de un compartimiento para carbón o un ladrillo previamente calentado. Las familias más pobres todavía utilizaban la plancha sencilla de hierro, con mango, que se calentaba periódicamente sobre el fuego. La gran desventaja de esta plancha era que el hollín se adhería a ella y pasaba a las ropas.

Cuando se instaló la iluminación de gas en los hogares, en el siglo XIX, muchos inventores idearon planchas calentadas con esa forma de energía, pero la frecuencia de los escapes, explosiones e incendios aconsejó llevar las ropas arrugadas. El verdadero boom en el planchado llegó con la instalación de la electricidad en las casas.

El 6 de junio de 1882, el inventor neoyorquino Henry W. Weely obtuvo la primera patente de su país para una plancha eléctrica. Aunque su concepto de espiras resistentes al calor era imaginativo, la plancha en sí era poco práctica. Sólo se calentaba lentamente enchufada en su soporte, y se enfriaba rápidamente. En 1906, cuando Richardson decidió lanzarse a la fabricación de planchas, dio precisamente este nombre a su producto.

Las planchas eléctricas presentaban el mismo problema que los demás aparatos eléctricos de la época, con la única excepción de la bombilla. Hacia 1905 muchas centrales eléctricas no ponían en marcha sus generadores hasta la puesta del sol, y los paraban al despuntar el día. Así pues, la familia que deseaba beneficiarse de las nuevas comodidades, como la tostadora eléctrica, la cafetera eléctrica, el reloj eléctrico o la plancha eléctrica, sólo podía conectar sus aparatos durante la noche. La salida del sol acallaba el zumbido del progreso.

En 1926 las primeras planchas de vapor fueron consideradas unos artilugios que no cubrían una necesidad auténtica, pese a que, según se aseguraba, su persistente humedad impedía chamuscar la ropa. Toda vez que un planchado cuidadoso también evitaba la chamusquina. La novedad no tuvo éxito. En los años cuarenta, los confeccionistas presentaron una amplia variedad de tejidos sintéticos a prueba de manchas y que casi no necesitaban planchado, pero las pocas veces que lo requerían podían derretirse como la cera bajo una plancha caliente y seca.

En tanto las primeras planchas de vapor sólo tenían un orifico de salida, las que aparecieron en los cuarenta tenían dos. Después llegaron a tener cuatro y hasta ocho. Los orificios se convirtieron en un ardid de marketing. Si ocho eran útiles, dieciséis habían de doblar el atractivo. Los agujeros, claro está, se hicieron cada vez más pequeños.


 




Me encantan las cosas antiguas y no tengo más porque no tengo donde ponerlas. Esta plancha me la regalo hace unos años mi cuñada. De aquella tenía más tiempo y más ganas, todo hay que decirlo, y decidí pintarla. Me apetecía cambiarle el aspecto sin que perdiese su esencia y creo que lo conseguí. Me hice con el pie y ahí la tengo, como oro en paño.